sábado, 18 de abril de 2020

Cheques contra el virus electoral

Ramón Lobo – El País
Congelar el pago a la OMS no ayudará al magnate a ganar la reelección el 3 de noviembre, pero puede costar la vida a decenas de miles de personas en países vulnerables
Congelar el pago a la Organización Mundial de la Salud (OMS) no ayudará a Donald Trump a ganar la reelección el 3 de noviembre, pero puede costar la vida a decenas de miles de personas en países vulnerables. El coronavirus que ridiculizó y minusvaloró en febrero va a superar en breve los 30.000 fallecidos, tres veces más muertos que en el cerco de Sarajevo. La economía se dirige a una recesión que se prolongará más allá de las elecciones. De momento se han perdido 22 millones de empleos.
Sus objetivos son embarrar y desviar la atención, aunque tiene un problema, la hemeroteca. Estados Unidos se enfrenta a la mayor crisis desde Pearl Harbor con el líder menos capacitado para entender cualquier realidad que no sea él mismo. Sus ruedas de prensa son un reality show en las que exhibe su desprecio a la ciencia y a la Constitución. Fue una provocación afirmar que tiene el poder legal para decretar el fin del confinamiento por encima de los gobernadores. No es cierto.
Acaba de retrasar el envío de millones de cheques de ayuda a sus compatriotas porque quiere que lleven estampado su nombre. Se trata de otro caso de abuso y de utilización de recursos del Estado para fines particulares. No es EE UU, es él. Aún falta mucho para noviembre, la tinta de los cheques se evaporará. El desempleo y el pago de cuentas desorbitadas a los hospitales permanecerán.
La semana pasada tuvo lugar una batalla barriobajera en Wisconsin, un anuncio de las que vendrán. Estaban previstas las primarias demócratas y se elegía un juez para el Tribunal Supremo de ese Estado, uno de los que pueden decidir la presidencia. En 2016, Trump ganó a Hillary Clinton por 22.748 votos. El gobernador demócrata intentó aplazar los comicios para habilitar el voto ausente, previsto en casos de emergencia. Hubo un bloqueo republicano apoyado por los jueces. La gente respondió echándose a la calle a votar. Algunos llevaban carteles alusivos al peligro que corrían por defender la democracia. El resultado fue la victoria contra pronóstico de la juez Jill Karofsky. Perdió la opción de Trump. Se trata del primer aviso en las urnas desde que estalló la pandemia.
La retirada de Bernie Sanders de la carrera demócrata tiene que ver con estos sucesos, y con sus nulas posibilidades de ganar la nominación. El camino queda expedito para el oficialista Joe Biden. Sanders le ha brindado su apoyo y ha pedido a los suyos que se vuelquen en la defensa de cada candidato demócrata. El objetivo es echar a Trump de la Casa Blanca. Esto puede indicar que se ha alcanzado un compromiso entre las dos alas del partido que influirá en el perfil de la futura candidata a la vicepresidencia y en un programa basado en tres pilares: una sanidad más justa y universal, un New Deal verde y una pronta salida de la crisis. Hay un cuarto urgente: restaurar los principios éticos de EE UU, ahora en peligro.

Orden y desorden

Abr 17 2020
Editorial – El País
Trump utiliza la pandemia contra el sistema multilateral
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció la congelación de los fondos que su país aporta a la Organización Mundial de la Salud (OMS), equivalentes al 15% de su presupuesto. El motivo de la decisión sería la deficiente labor de esta agencia de Naciones Unidas en la gestión de la crisis del coronavirus, relacionada, siempre según Washington, con las presiones que habría ejercido el Gobierno chino para que no se informara de la aparición de la nueva enfermedad. Por el momento, ningún otro miembro ha secundado la suspensión presupuestaria del presidente Trump ni sus especulaciones conspirativas. Y aunque el vacío financiero que dejará Estados Unidos podría ser colmado por otros donantes privados o estatales, evitando que los principales programas se vean afectados, lo cierto es que el alcance político del gesto norteamericano sobrepasa la mera cuestión presupuestaria.
En esta ocasión, Washington se ha valido de la pandemia para abrir un nuevo frente de tensión con China, y, de paso, avanzar en el objetivo declarado de desmantelar el sistema multilateral construido al término de la Segunda Guerra Mundial. Otros organismos de Naciones Unidas, como la Unesco o la agencia encargada de aliviar la situación de los refugiados palestinos, la UNRWA, han estado en el punto de mira de la diplomacia norteamericana, y no es posible descartar que la nómina se amplíe a medida que se vayan sucediendo las crisis de alcance mundial. Los papeles internacionales de las dos mayores potencias del momento parecen estar invirtiéndose: mientras que Estados Unidos apuesta bajo la dirección de Trump por un nuevo proteccionismo, China se inclina por la apertura de los mercados. De ahí que no sea posible descartar nuevas tensiones en las agencias consagradas al comercio y la economía.
La posibilidad de que la realidad internacional esté asistiendo a un cambio en la hegemonía no puede ocultar un proceso más profundo que, de progresar y consumarse, tendrá unos efectos más desestabilizadores que el simple hecho de que China ocupe la posición de Estados Unidos. Se trata de que las reglas que conformaron el orden mundial se encuentran en unos casos amenazadas y en otros en abierto retroceso, inclinando las relaciones entre las grandes potencias, y, en general, entre los Estados, hacia una descarnada competición de poder. Este debería ser el mundo según Trump, convencido no solo de que su poder internacional es el mayor en estos momentos, sino también de que seguirá siéndolo indefinidamente. Un error más modesto que este, como el de que Estados Unidos estaba capacitado para librar guerras con éxito en dos frentes distintos, concebido por la Administración de Bush, marcó el inicio de un desorden mundial del que Washington no parece el mayor beneficiario.
El confinamiento individual y el cierre de fronteras e intercambios que ha propiciado la pandemia de coronavirus está rehabilitando, simultáneamente, las actitudes insolidarias y los reflejos proteccionistas. Esta circunstancia juega a favor de los objetivos inmediatos de la diplomacia de Trump, por más que puede poner en peligro el papel internacional que ha venido desempeñando Estados Unidos durante más de medio siglo. El verdadero peligro no es que China llegue a ser hegemónica, sino que tarde o temprano llegara a serlo en un mundo sin reglas.

viernes, 17 de abril de 2020

El programa del miedo

Abril 16 2020

Por Lluís Bassets * – El País
La demolición trumpista del orden internacional amenaza ahora a la salud pública
Donald Trump tiene muy pocas ideas. Una, o dos como máximo, si acaso pueden recibir tal nombre. La más importante se la regaló a Bob Woodward en 2016 cuando todavía era candidato presidencial: “El poder efectivo es el miedo”, le dijo. El periodista la utilizó como título de su libro Miedo cuando apenas había transcurrido un año y medio de su presidencia. Woodward incluyó unas declaraciones del secretario presidencial de entonces, Rob Porter, útiles todavía hoy para explicar las decisiones de estos últimos días, cuando Estados Unidos se ha situado, ahora sí, en el liderazgo mundial, tal como rezaba el programa electoral, pero en cifras de infectados y de fallecidos por el coronavirus: “Me siento como si estuviéramos paseando constantemente por el borde de un acantilado”.
La última y la más grave ha sido la congelación de la aportación financiera a la Organización Mundial de la Salud (OMS). Trump también ha reivindicado, en desafío de la Constitución, su “autoridad total” para decretar el fin de los confinamientos organizados por los poderes locales. Ha amenazado con echar a su asesor personal para la pandemia, el epidemiólogo Anthony Fauci, la única persona con autoridad para explicarle la verdad y dar seguridad a los ciudadanos. Y ha conseguido, en contra de todas las normas del Tesoro, que su nombre figure en los cheques de 1.200 dólares de ayuda directa que recibirán millones de ciudadanos como parte del paquete de tres billones aprobado por el Congreso.
Es difícil encontrar a alguien que no se haya equivocado en su diagnóstico de la epidemia, como es difícil encontrar a alguien a quien la epidemia no haya subvertido sus planes. Trump no admite lo primero: el presidente de las 13 mentiras diarias de promedio jamás se equivoca. Y no está dispuesto a aceptar lo segundo: ni el balance trágico del coronavirus ni la catástrofe económica que se avecina servirán para doblegar su ambición de renovar el mandato presidencial. Tiene el estímulo del cierre de filas de los demócratas alrededor de su candidato, Joe Biden, que ha recibido el apoyo explícito de Bernie Sanders, después de que este se retirara de la campaña. También se lo ha dado el expresidente Barack Obama. Trump ha recibido el aviso adicional de la severa derrota sufrida por los republicanos en Wisconsin, donde se celebraron primarias y elecciones para jueces locales y del Estado en las peores condiciones posibles para los votantes demócratas, obligados a salir de su confinamiento para votar aun a riesgo de su salud.
La demolición trumpista del orden internacional amenaza ahora a la salud pública. Seguro que la OMS también se ha equivocado y necesita reformas, pero sin ella todo sería peor, también para Estados Unidos. Después de superar la pandemia, el mejor regalo que Xi Jinping podría recibir de Trump sería la oportunidad de construir instituciones internacionales a su gusto y medida.
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*Director adjunto de El País. Licenciado en Filosofía y Letras y en Ciencias de la Información en la Universidad de Barcelona. 
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Anexo:
Trump cosecha rechazos por desfinanciar a la OMS
PÁGINA12,  ARGENTINA
La decisión norteamericana de suspender los aportes a la Organización Mundial de la Salud provocó el rechazo de los líderes del mundo, que alertaron de los peligros de desfinanciar al organismo en plena pandemia del coronavirus. 
Ayer, Donald Trump anunció que ordenó cortar los fondos a la OMS (EE.UU. aportó 400 millones de dólares el último año) mientras se investiga la «desastrosa» gestión del organismo de las Naciones Unidas. Según Trump, la OMS ayudó a «encubrir» la responsabilidad de China en el origen de la Covid-19. Desde que se originó la pandemia, la OMS ha elogiado la gestión china de la crisis destacando la transparencia con la que actuó y ha aconsejado a otros países seguir su ejemplo.
No obstante, el gobierno chino recién aceptó una misión de la OMS para investigar la pandemia después de que el jefe del organismo, el etíope Tedros Adhanom Ghebreyesus, se reuniera con el presidente Xi Jinping el 28 de enero pasado en Beijing.

Adhanom lamentó la decisión de Trump y dijo que espera que la falta del aporte estadounidense, el más importante que recibe el organismo, no impida la lucha global contra el virus. «Revisaremos el impacto de esta retirada en nuestra financiación y trabajaremos con otros para intentar llenar ese vacío con el fin de garantizar que el trabajo continúe sin interrupciones», afirmó el médico etíope en una conferencia de prensa.

La Unión Africana (UA) lamentó que Estados Unidos, el país que más aporta a la OMS, decida dejar de hacerlo en este momento. «Hoy más que nunca, el mundo depende del liderazgo de la OMS para dirigir la respuesta mundial a la pandemia de Covid-19», escribió en Twitter el secretario general de la UA, Moussa Faki Mahamat, quien una semana antes había dicho que ya «habrá tiempo para pedir responsabilidades».
Asimismo, otros líderes africanos salieron en defensa de la OMS, entre ellos, los presidentes de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa; Ruanda, Paul Kagame; Namibia, Hage Geingob, y Nigeria, Muhammadu Buhari, entre otros.

La presidenta de Etiopía, Sahle-Work Zewde, compatriota de Tedros, subrayó que la OMS, bajo el liderazgo de su actual director general, «está cumpliendo con su mandato en el momento en que más los necesitamos», informó la agencia de noticias EFE.
China, a su vez, expresó su «seria preocupación» por la decisión del gobierno estadounidense de cortar los fondos.
En Europa, en tanto, los miembros de la Unión Europea advirtieron que no hay razón para congelar los fondos de la OMS en esta etapa crítica. El alto representante de la UE para Política Exterior, Josep Borrell, dijo que la OMS se necesita ahora más que nunca y destacó que «solo uniendo fuerzas se podrá superar esta crisis que no conoce fronteras».
Por su parte, el Reino Unido ratificó su intención de seguir aportando a la OMS, debido a que el organismo tiene un rol importante que desempeñar. «El coronavirus es un desafío global y es esencial que los países trabajen juntos para enfrentar esta amenaza compartida», subrayó un vocero del gobierno británico.
Mientras, el ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, Heiko Maas, aseguró en Twitter que «Culpar no ayuda. El virus no conoce fronteras. Debemos trabajar estrechamente contra la Covid-19. Fortalecer a la ONU, en particular a la OMS, es una mejor inversión, por ejemplo, para desarrollar y distribuir pruebas y vacunas”.
El único líder que respaldó a Trump fue el primer ministro de Australia, Scott Morrison, quien, sin embargo, aseguró que seguirá aportando fondos a la agencia de salud de la ONU. En declaraciones a Perth Radio 6PR, Morrison dijo que tiene algunas criticas contra la OMS y China pero que no le parece momento para «arrojar al bebé agua».
Desde Estados Unidos, la presidenta de la Cámara baja, la demócrata Nancy Pelosi, calificó de ilegal la suspensión de fondos a la OMS y prometió «desafiar» esa decisión presidencial, según la agencia DPA. «La decisión es peligrosa, es ilegal y será desafiada rápidamente», detalló Pelosi.

jueves, 9 de abril de 2020

Perdone la muerte del niño...

Abr 6 2020
Por Luis Casado*
El ‘mundo libre’, las organizaciones internacionales (comenzando por la OMS) y el ‘mercao’ han mostrado sus falencias de cara a la salud pública. Y el coronavirus sigue ahí… delante de nosotros

Cunde en el mundo, con encomiable premura, la preocupación relativa al qué hacer después de la pandemia. Los artículos, notas y crónicas abundan. El tono evoca los buenos propósitos de fin de año, y uno teme con alguna razón que la férrea voluntad que anima a los autores -como siempre- dure lo que ‘la virginidad y las flores’ (Ch. de Gaulle).
Entretanto la pandemia remite en Asia, se instala con fuerza en Europa y los EEUU, y se propaga –cansina, indolente, como en cámara lenta– en América Latina.
Los EEUU y Europa parecen ser las regiones que, hasta ahora, más brutalmente sufren los efectos del coronavirus. Tanto más cuanto que en la UE, décadas de incuria, irresponsabilidad y tacañería neoliberal dañó gravemente la Salud pública y su capacidad para hacerle frente a desafíos de esta naturaleza. Los EEUU, que carecen de algún sistema de protección social comparable a los que conocemos en Europa, asisten impotentes a lo que se parece malamente a una masacre, esta vez sin pistolas, ni rifles ni armas automáticas. El “mundo libre” (¿libre de qué?), ese “occidente” que se reserva el apelativo de “comunidad internacional”, ante el coronavirus se parece en demasía a Primo Carnera, boxeador italiano que la mafia yanqui coronó campeón del mundo de peso pesado en 1933.
Un gigante (1,95m por 125 kg), Carnera era lo que en la jerga del ring llaman un “paquete”, o sea un boxeador nulo, cuyos rivales eran aun más “paquetones” que él, y solían ‘dormirse’ en el primer round previo acuerdo a título oneroso. Transformado en ídolo del pueblo italiano bajo el fascismo, el propio Duce –Mussolini– asistió a sus combates en Roma. Las apuestas ilegales hicieron la fortuna del hampa neoyorquina, que no tardó en descubrir que podía ganar aún más dinero apostando contra su pupilo. Entonces el pobre Primo Carnera sufrió las peores palizas que haya recibido boxeador alguno, primero ante Max Baer y luego frente el célebre Joe Louis.
Ahí están los EEUU y la Unión Europea… tambaleantes, groggies, knock-out, como si hubiesen recibido el derechazo que Mohamed Alí le ajustó a Georges Foreman en el 8º round del combate que sostuvieron la noche del 30 de octubre de 1974 en Kinshasa, Zaire (actual República Democrática del Congo).
Antes de pensar en el día después, sin embargo, hay que tomar en serio la proverbial expresión de la que usan y abusan los periodistas yanquis: “It gonna get worse, before it get better”. Esto se va a poner crudo antes de amainar.
La “estrategia” (según nuestros gobernantes estamos “en guerra”…) de lucha contra el coronavirus en “occidente” le debe mucho a los trucos, artilugios, trampas y pillerías del llamado marketing, que te aconseja transformar tus debilidades –o las de tu producto– en fortalezas. Así, el chillón color amarillo pato se transforma “en un elemento que llama la atención como una poderosa señal de identidad y reconocimiento”. Del mismo modo el marketing político ha logrado la hazaña de transformar –¡Oh magia!– algunos trous-du-cul en diputados, senadores, e incluso presidentes de alguna república al pedo . Si no me crees… mira los casos de Chile y EEUU.
De modo que en Francia, constatando que la Reserva Estratégica de Mascarillas había sido suprimida con el loable propósito de reducir el gasto público (orgullo supremo: la ministro de Salud era Marisol Touraine, una ‘shilena’…), el gobierno de Macron decretó que las mascarillas eran inútiles.
Al advertir que los reactivos y otros elementos necesarios para proceder a un diagnóstico masivo de la población ya no se fabrican en la dulce Francia visto que es más barato hacerlo en China, y que las reservas eran mínimas por las mismas razones de reducción del gasto público, la “estrategia” elegida fue la de confinar a toda la población, lo que –simple detallito– va a costar mil veces más que haber conservado esa industria en Francia.
Poco a poco, no obstante, la palabra de los científicos, de los médicos y el personal sanitario se va imponiendo. A correr llaman. Ahora las mascarillas sí sirven y hay que utilizarlas masivamente. ¿Cómo hacer si China no da abasto? Ahí comienza a operar el maravilloso “sistema D”, notable recurso galo conocido desde la noche de los tiempos. Démerde-toi, es la consigna. Mal traducido: Arréglatelas como puedas.
En el norte de Francia, a alguien se le ocurrió llamar a las numerosas costureras que durante la cuarentena no tienen mucho que hacer. En menos de 10 días recibió la respuesta de 18 mil costureras que comenzaron a fabricar mascarillas homologadas en su propia casa: unas 300 mascarillas al día cada una de ellas, en su máquina de coser personal. Ninguna exige remuneración: lo hacen por la patria, por la República, por sus semejantes. El tipo de la iniciativa tiene el respaldo de las autoridades locales que financian los materiales y declara, orgulloso: “En 10 días monté el más grande taller de costura del mundo”. No lo hizo movido por el lucro sino por su amor de la Humanidad: las mascarillas son distribuidas gratuitamente a médicos, enfermeras, centros médicos, fuerzas del orden y público en general.
Allí donde las autoridades políticas hacen lo de siempre, chamullar, otros actúan. Ciudadanos de a pie que rehúsan dejarse atropellar por un virus cuyos efectos hubiesen sido infinitamente menores si los políticos hubiesen hecho su trabajo y asumido sus responsabilidades, si solo hubiesen pensado un poquito menos en los “negocios”.
Los politólogos, economistas, filósofos, expertos y otros cantamañanas que se inquietan del día después, harían bien en considerar que solo los pueblos tienen la habilidad, la voluntad, la legitimidad, la fuerza y la inteligencia para reconstruir lo que 40 años de dogma neoliberal han destruido.
La consabida frase pronunciada por los mangantes que están en el poder, Perdone la muerte del niño… no es aceptable ni como respuesta, ni como excusa.
El día después comienza hoy. Comenzó ayer. Antes de ayer. El futuro no es lo que viene. Es lo que seamos capaces de construir nosotros mismos.
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*Editor de POLITIKA. . Ingeniero del Centre d’Etudes Supérieures Industrielles (CESI – París). Ha sido profesor invitado del Institut National des Télécommunications de Francia y Consultor del Banco Mundial. Su vida profesional, ligada a las nuevas tecnologías destinadas a los Transportes Públicos, le llevó a trabajar en más de 40 países de los cinco continentes. Ha publicado varios libros  en los que aborda temas económicos, lingüísticos y políticos.